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La incertidumbre

Que palabra más descriptiva es incertidumbre. Quizás no lo queramos pensar, pero nuestra vida es una incertidumbre constante porque para bien o para mal no vemos el futuro y nos da miedo lo que pueda pasar.

El mundo es una incognita constante, racionalizamos todo lo que ocurre en el, cuando hay a veces que es imposible razonar todo. Aunque tal vez sucesos tan terribles como pueden ser unos atentados terroristas o una guerra pertenezcan a esa parte irracional del ser humano, porque quién en su sano juicio empuñaría el arma en una guerra sino es el miedo el que te lleva a hacerlo. El miedo, la ira, la angustia o la tristeza aunque a veces tenga un significado racional, muchas otras veces son pasiones ingobernables que nos conducen a caer en el mal. Nuestros sentidos perciben el mundo como según queremos percibirlo, pero puede haber la posibilidad de que esa percepción sea errónea y simplemente no veamos una figura cuadrada, sino una figura triangular.

¿ Acaso los sentidos no pueden ser engañosos?, porque mis ojos no pueden mirar a todos lados y un pequeño detalle se me puede escapar de la experiencia sensitiva, entonces ya no conozco la realidad. Nuestros sentidos son limitados, es decir, no todo el conocimiento proviene de la experiencia empírica. Porque si así lo fuera seríamos sólo alma sensitiva como Aristóteles ya decía. Aunque eso es demasiado reduccionismo, porque y de lo que pensamos. ¿Eso importa? La verdad que mucho, nosotros no somos nadie sin nuestra cabeza pensante que nos sirve para crear herramientas, para resolver ecuaciones, para ser espabilado en la vida, conseguir el éxito personal… Cuando se dice que tienes una mente privilegiada, yo no lo entiendo sólo por el coeficiente intelectual que tengas, sino cómo empleas a tu mente y cuerpo. Por ejemplo, alguien que sabe dedicar tiempo para estudiar sacando buenas notas, dedicarse tiempo para tí y para salir con los amigos me parece de una persona con una mente privilegiada. Porque ser privilegiado es esforzarte por lo que quieres, tener las parcelas de tu vida más o menos bien asentadas y principalmente disfrutar de ser quien eres, haciendo algo que te enriquece y estando rodeado de gente que te quiere.

Quizás resulte absurdo, pero mis principios éticos pasan por obrar con esfuerzo, dar desde el corazón y recibir la vida con las manos abiertas.

De que nos sirve ser el más rico del mundo, si no eres feliz.

Ahora lo pienso y el ser humano es incertidumbre por naturaleza, sólo sabemos lo que pasa aquí, en este mundo, pero tras cruzar la luz hay un camino incierto. Puedes interpretarlo según tus creencias y cada forma de entenderlo es totalmente respetable. Yo lo entiendo como otro reto que habrá en la otra vida, en otro lugar bello alejado de nuestro mundo. Recuerdo esa carta que se la leí a ese ser tan querido que se fue, sé que la escuchó en ese instante que la leí y noté que el viento me acogía y que su presencia en alma estaba ahí.

Muchas veces tenemos el problema de pensar una cosa y hacer otra, solo es más que una confusión dentro de las dudas que tenemos en nuestra cabeza. Ojalá hacer algo contra esa violencia que hay en el mundo, pero aunque lo piense, sé que de forma global la violencia va a seguir existiendo, lo que puedo hacer yo ante eso no es doblegarme. Sino que lucharé con las mayores armas que hay, que no es seguir con más violencia aún. En cambio usaré la bondad y la empatía para que con el mínimo cambio esta realidad cambie a mejor no sólo para mí, sino para la sociedad. Yo creo que es necesario desarrollarme como persona, pero creo que a su vez necesito desarrollarme como individuo en una sociedad en la que pueda aportar algo.

Y si llegan etapas de vacío en mi vida, en ese caso actuaré para encontrarle un hueco a mis principios, mi yo, mi ellos, mi país, mi continente y mi mundo que me hacen ser quién soy.

Ya lo dijo el mayor filósofo español que fue José Ortega y Gasset con el famoso:» yo soy yo y mis circunstancias, si no las salvo a ellas no me salvo yo». Estamos rodeados de un cúmulo de circunstancias de nuestro entorno y tiempo, es decir, somos presos de nuestro tiempo para bien o para mal. Ante las circunstancias podemos tener dos actitudes, una de dejar dominarse por las circunstancias y la más optimista es la de que el Yo maneje y se adapte a unas circunstancias. Adaptarnos a los cambios es una postura mucho más sabia que tener miedo a ellos, porque los cambios son algo natural que van a venir y no hacerle frente a ello es crearnos una burbuja irrealista.

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